«Soy un espejo de la realidad marroquí»

Su mirada no deja lugar a dudas: a estas alturas, Lmrabet no es precisamente un hombre asustado. «No siento miedo -dice-, porque ya lo he pasado todo». Pero confiesa, eso sí, que «la presión» está haciendo mella en su vida y en su cuerpo. «No es fácil -relata- llegar a tu país y encontrarte con que los servicios secretos te están esperando, que te sigan continuamente, que te amenacen, que compres un periódico e interroguen al quiosquero para saber qué dices...».